Revista Cientíca Multidisciplinaria ULEAM Bahía Magazine (UBM)
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (ULEAM) - Ecuador
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Introducción
La internacionalización de la educación superior entendida como
el proceso de integrar una dimensión internacional, intercultural y
global a los objetivos, a los procesos de enseñanza/aprendizaje, a
la investigación y a las funciones de servicio de una universidad o
sistema de educación superior (Fenoll-Brunet, 2016), ha desper-
tado un importante interés entre todos los agentes implicados en
el sistema universitario en los últimos años.
En este contexto se desarrolla la acreditación internacional como
un nuevo paradigma de evaluación que incorpora elementos de
apertura para los sistemas locales de educación superior. La edu-
cación transnacional, al producirse en dos o más lugares, cons-
tituye una modalidad educativa que demanda la acreditación
internacional, siendo una de las características que asumen los
sistemas de educación en el actual contexto de la globalización
y de la sociedad del conocimiento (Sebastián, 2008). En este
sentido, las universidades se encuentran inmersas en la tarea de
formar a egresados con un nivel superior de exigencia, teniendo
en cuenta el mercado laboral global, competitivo y cambiante al
que se enfrentan, cuando nalizan sus estudios universitarios. La
acreditación añade valor al proceso educativo y la acreditación
internacional incrementa su prestigio en términos globales (Gi-
ral-Barnés, 2013).
No obstante, la acreditación internacional no representa per se
la internacionalización de la educación. Mientras la primera res-
ponde a las actuales demandas que conducen al reconocimiento
de la calidad, la segunda continúa con el interés ya presente en la
Baja Edad Media Europea de servir en su formación a estudian-
tes provenientes de diferentes naciones o actualmente a la de un
alumnado para que adquiera competencias globales que les per-
mita cruzar fronteras. Sin embargo, actualmente se reconocen los
procesos de acreditación internacional como escenarios propicios
para la internacionalización de los currículos, incluyendo ambas
miradas (Gacel-Ávila, 2018).
La acreditación brinda una referencia conable de la calidad
de las carreras profesionales que ofertan las universidades,
incidiendo en el nivel de calidad de la enseñanza que imparte y en
el servicio que brindan estas instituciones en los diversos campos
que desarrolla (Ruiz-Quilcat y Manrique-Chávez, 2016).
De ahí, que ya sean muchas las universidades, que voluntariamente,
presentan sus programas formativos a un riguroso proceso de
evaluación externa, en el que debe demostrar el cumplimiento
de estándares denidos, de acuerdo con los principios de
calidad, relevancia, transparencia, reconocimiento y movilidad
contemplados en un contexto internacional, en el que se ha
aprobado la impartición de estos programas. Las encargadas de
gestionar estas evaluaciones son las agencias de aseguramiento
de calidad de educación superior, que para poder ofrecer este
servicio han tenido que obtener la autorización de otras agencias,
tras haber superado un proceso de evaluación por académicos y
profesionales de diferentes países.
Este esfuerzo tiene ventajas evidentes en el ámbito de la calidad y
la mejora continua. No obstante, acarrea también dicultades por
incidir en cuestiones que el modelo de renovación de acreditación
no incluye, que hace que se tengan que optimizar los planes de
estudios implantados para cumplir las exigencias internacionales
establecidas en estos reconocimientos internacionales de calidad,
llamados, también, sellos.
El proceso de autorización, que puede durar hasta 12 meses,
consta de varias fases:
Primera fase: emisión de un informe de autoevaluación y eviden-
cias que deben justicar que el programa formativo cumple los
criterios especícos establecidos para conseguir estos reconoci-
mientos internacionales. Este informe se realiza previamente al
inicio de la evaluación y está basado en el curriculum, del proce-
so de enseñanza-aprendizaje y en el soporte de institucional que
aporta la universidad al programa evaluado.
Segunda fase: evaluación de un panel de expertos, que analiza
la documentación previa y realiza una visita a la universidad del
programa evaluado, para entrevistar al equipo directivo, profe-
sorado, estudiantado, egresados y empleadores implicados en él.
Este panel de visita está compuesto por académicos, profesiona-
les y estudiantes.
Tercera fase: resolución por parte de una comisión de acredita-
ción, formada por representantes del mundo académico y profe-
sional, tras analizar el informe redactado por el panel de expertos
que desarrolla la visita.
Se valora positivamente que en el proceso de evaluación de un re-
conocimiento internacional se cumplan los siguientes requisitos:
1) Haber superado una evaluación previa, que sirva de
aval para someterse a una acreditación con una exigencia superior
en un contexto internacional.
2) El proceso de evaluación y los criterios se deben cons-
truir partiendo de los estándares establecidos en otras acreditacio-
nes internacionales, revisados periódicamente, con la colabora-
ción de expertos de diferentes países.
3) El reconocimiento se debe ofrecer a instituciones de
diferentes países, de tal forma que todos los programas que con-
sigan el sello superarán un proceso de evaluación siguiendo las
mismas reglas y normativa.
El proceso de generar una cultura de alta calidad, con un grupo
importante de instituciones acreditadas, es lento y requiere de un
manejo muy cuidadoso (Maya-Mejía, 2005)
Por ello, no hay que confundir la obtención de un sello con la de
una mención. La mención de calidad es un reconocimiento que
identica unas prácticas formativas que satisfacen unos mínimos
de calidad, que puede estar dentro o fuera de la evaluación de la
obtención de un sello. Por ejemplo, en un sello a una institución
se le puede exigir el cumplimiento de 14 indicadores, que la ha-
cen merecedora del sello. Pero si, además, cumple un indicador
adicional, podría obtener al mismo tiempo un sello y una men-
ción.